viernes, 24 de septiembre de 2010

CIENCIA Y RELIGION


OJO AVIZOR A LA PRESENCIA DE LA REALIDAD

Fue G. Lemaître (1894-1966) en la década de los 30, basándose en las ecuaciones de Einstein (1879-1955), quien concibió un estado denso de materia, el “átomo primigenio”, como inicio del universo. La idea recogida por A. Eddington (1882-1944) y G. Gamow (1904-1968), se convirtió en el primer principio de una “singularidad” inicial en el modelo cosmológico de un universo “en expansión”.

Sin embargo, fue el polémico científico Fred Hoyle (1915-2001), quien por vez primera usó de forma irónica el sintagma big bang como el “gran petardazo”, para denominar socarronamente aquel estado inicial primigenio, en contraposición a su concepción “estacionario del universo” (1948). Para él, el universo no se originó en un petardazo sino por los materiales del núcleo de las estrellas ya que es, en ellas, donde se encuentran las condiciones de temperatura y presión que permiten la fusión nuclear. Su concepción le posibilitaba defender la tesis de un universo en continua creación y, sin principio ni fin, convivir con periodos de expansión y contracción.

Estas dos formas de concebir el universo, el expansivo y el estacionario, no sólo tuvieron implicaciones científicas sino también ideológicas como muestra la explicación mal-pensante, que señala que el primer congreso sobre el big bang lo patrocino el Vaticano en 1951 como defensa de la creación, mientras que el primer congreso sobre el universo estacionario se organizó por los auspicios del Kremlin, en contra de toda creación.

La ironía de Hoyle en sus cortas y crípticas palabras “big bang” han continuado posteriormente con sus agridulces connotaciones: visualmente el big bang o el “gran petardazo”se asocia a la gran y terrible explosión de la bomba atómica en la II Guerra Mundial sobre las ciudades japonesas y no falta también, la jocosa idea en la juventud norteamericana que refiere el big bang al “gran polvo” de una copulación sexual.

Aparte de las diversas connotaciones del término big bang, la denominación y su significado ha sido admitido por la comunidad científica desde la década de los 40. Así, el nuevo libro de Stephen William Hawking en colaboración con Leonard Mlodinow, The Grand Design (Brevísima historia del tiempo. Editoral Crítica-2010), recuerda una vez más, en un nuevo intento de actualizar los descubrimientos astrofísicos más recientes su teoría del Universo: este surgió del big bang como «consecuencia inevitable» de las leyes de la física cuántica de la relatividad.

Sin embargo, Hawking, en contra de sus anteriores obras que no mostraba incompatibilidad entre existencia de un Dios creador y la comprensión científica del universo, en esta última colaboración con
Mlodinow descarta ex profeso que Dios sea el creador del universo ya que no se necesita para que el universo pueda activarse. No hay lugar para un Dios creador. ¿Pero puede haber la posibilidad de un Dios como aquel “primer motor“de Aristóteles que como simple relación causal no intervenía en ninguna creación ni tampoco en las criaturas? Creo que Hawking no demuestra la imposibilidad de esta relación y deben buscarse otros argumentos.

Sin embargo, antes de decantarse por cualquier idea atea o teísta es lícito convencerse de que ciencia y religión son dos perspectivas diferentes de mirar las mismas cosas: la religión debe tratar de la condición humana en una historia de salvación del género humano en la libertad y en el respeto a la responsabilidad de la persona, explicada de formas múltiples y la ciencia debería tratar de explicar experimentalmente el origen y desarrollo del universo y de las cosas, incluido el hombre.

jueves, 15 de abril de 2010

PEDERASTIA Y DOMINIO


Edvard Mund -El grito 1910


Cito la frase del secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone: «Muchos psicólogos han demostrado que no hay relación entre celibato y pederastia, y muchos otros han demostrado y me han dicho que hay relación entre homosexualidad y pederastia”. Sobre esta última afirmación “hay relación entre homosexualidad y pederastia”, estoy seguro que ya se cuidarán de rebatirla los técnicos, las redes sociales y los medios de información. A mi me interesa la primera parte de la frase, “que no hay relación entre celibato y pederastia”.

Si bien el celibato como elección libre y personal es un ideal en el Nuevo Testamento, en la Tradición Apostólica y en los siglos del eremitismo y del monacato y se elegía libremente por amor al Reino de los cielos, el matrimonio de los sacerdotes era admitido siempre que se respetase el hecho de que no pasasen los bienes de la Iglesia a manos de la esposa e hijos. Así, era regulado constantemente con normas disciplinarias de la Iglesia, como fue el caso, en España, del Concilio de Elvira a principios del S. IV, al que asistió el obispo Osio de Córdoba. Sí, el celibato sacerdotal hasta el S. X, no se tenía como requisito necesario sino como libre elección.

Fue en el S. XI con Gregorio VII (1073-1085), dentro de las reformas de la Iglesia, que lo convirtió en necesidad legal y obligatoria para los eclesiásticos en el Concilio de Roma (1074). El celibato sacerdotal sería el signo distintivo de la independencia y de la autoridad papal romana frente a las monarquías de su época y de las Iglesias nacionales. No obstante, como el clero se casase igualmente, en 1095, el Papa Urbano II siguiendo la línea estricta de Gregorio VII adoptó medidas contra la familia de los clérigos casados.

Los concilios de Letrán dentro del dominio papal de Roma, serán quienes irán poniendo el bocado y dominando las riendas del celibato en los sacerdotes y, en la misma medida, el celibato irá perdiendo poco a poco el sentido de “regalo de Dios” para convertirse en “Conditio sine non” para el clero. Así, el II Concilio de Letrán (1123) con Calixto II, declara ilegales y no válidos los matrimonios de los clérigos y el III Concilio Letrán (1179) con Alejandro III, decretará que nadie puede ser ordenado si no es para una Iglesia que lo demande por el beneficium (salario), como garantía del sustento de sus contratados y que gestionará la propia Iglesia. Con ello se asegura la exclusividad en el nombramiento y control del clero. Normas que confirmará todavía más el Concilio de Trento (1545-1563). En él se colocarán las ojeras al caballo del celibato, creándose los seminarios diocesanos que pautarán la vida y formación sacerdotal, al tiempo que pontificará que la virginidad es siempre superior al matrimonio.

De esta forma, cuando el celibato debiera ser abolido como respuesta a la Reforma protestante, se establece el ideario de la reforma gregoriana como forma definitiva para conseguir una masa propia de liberados eclesiásticos y religiosos al servicio del papado bajo la administración de las diócesis y de las congregaciones religiosas. A partir de entonces, podrá cubrirse con el silencio y con indemnizaciones millonarias los problemas del gremio antes que dejar el poder sobre esa multitud a las órdenes del papa.

Como dirá el teólogo Hans Küng, el celibato impuesto y obligatorio no es sagrado ni siquiera dichoso, es perverso y desdichado ya que excluye, por su disposición a casarse, a numerables sacerdotes. Además puede conducir a cualquier vicio sexual solapado o manifiesto ya que en este caso, la sexualidad con elementos de déficit en el desarrollo psicológico del individuo podrá convertirse en tabú, que en el caso de los sacerdotes suele manifestarse después de la ordenación. Entonces, al célibe ninguna sublimación de la realidad, como “la belleza entendida como esplendor de la verdad” y el “celibato como entrega total a Dios”, podrá ser suficiente en su cotidiano vivir, para que pueda caer sobre desprotegidos y satisfacer lo que le falta a la debilidad de sus posibles comportamientos.

En la actualidad, no se trata de no haber sabido gestionar los casos ocurridos, de ordenar inspecciones a las diócesis y seminarios con casos de pederastia y buscar procedimientos adecuados para la idoneidad de los candidatos al sacerdocio o a la vida religiosa. Tampoco se trata sólo de sentir vergüenza, remordimiento y pedir perdón ya que en esto no hay grandeza pues, la grandeza sólo la tiene el indefenso que sea capaz de perdonar.

No es suficiente divagar entorno a una sociedad que es anticlerical, se ha secularizado y es reacia a la tradición católica. Es verdad que la pederastia no es problema específico de la Iglesia. Pero ante este hecho, al que se debe responder ante Dios y los tribunales civiles, lo importante también para la Iglesia es el deber de contestar a preguntas fundamentales y revisar una estructura que debería cambiar radicalmente, porque el silencio y el dinero no serán capaces de acallar lo que emerge.

miércoles, 3 de febrero de 2010

POLÍTICA Y ÉTICA


Viñeta de Pinto&Chinto. Cantando bajo la recesión


Como mileurista jubilado, y no por usufructo de un beneficio de dudosa procedencia sino por derecho de una vida laboral, padezco como todo ciudadano la época de crisis en la que nos encontramos. Paro descosido como tela vieja, deuda pública disparatada por el hambre de un sector financiero sin control y de un capitalismo sin reglas, codicia de los bancos, fraude por doquier, creación de una generación de jóvenes sin proyección y depresión de una edad adulta. Y como no, paulatina destrucción de la tierra en que vivimos.

Actualmente pues, todo se cuestiona economía, ecología y expresión política. Pero lo que más indigna es que los políticos, que son quienes legislan y gozan de la información privilegiada y de las riendas del poder están enmarañados en pura retórica y marketing social.

¿Cómo diablos podemos mejorar la futura seguridad social con la jubilación a los 67 años, cuando hemos querido mejorar el paro y el empleo prejubilando a los 52 años como ha sido el caso de miles de empleados de banca, automóvil y metalurgia? ¿Cómo podemos contener el coste, cuando tenemos infinidad de sueldos de altos cargos y asesores de libre designación en el Gobierno Central y en las Comunidades Autonómicas y existen ministerios inútiles y por doquier despilfarros y subvenciones en la administración estatal, autonómica y municipal? ¿Cómo podemos ser auténticos en la legislación cuando infinidad de políticos no siguen el plan general de jubilación en la cantidad de cobro y en su tiempo de cotización y además no faltan quienes cobran doble jubilación?

Creo que mientras este disociada la política de la ética dudo que nuestros políticos del signo que sean, ya de derecha como de izquierda o de centro izquierda o de centro derecha; dudo digo, que nuestros políticos tengan la voluntad de arreglar la situación. Los remiendos y los maquillajes no sólo estarán forzados por las circunstancias sino también en función de no perder beneficios y aferrarse a sus posiciones.

El descontento, la reivindicación y la denuncia de la sociedad actual no creo que sea por puro desahogo es porque hay algo pérfido en lo que acontece.

lunes, 1 de febrero de 2010

EL ESCRITOR Y EL SILENCIO


Edward Munch -silencio


Después de su retiro en los bosques de New Hampshire, la reciente muerte de Jerome David Salinger (1919-2010) autor de “El guardián entre el centeno” (1951), trae a mi consideración aquellos escritores que se enclaustraron voluntariamente para escribir por puro placer de hacerlo. Tal fue el caso de Darwin (1809-1882), que por causas de salud decidió vivir, alejado del bullicio, en Dawn House; el de Flaubert (1821-1880) para quien la muerte de su madre en 1872 y la incomprensión de muchos, lo alejaron de sus amistades; el de Tolstoi (1828-1910), que en sus últimos años se refugió en su ciudad natal Yasnaia Polaina; el de Knut Hamsun (1859-1952) cuya admiración por la vida campestre le condujo a Noerholm en pleno bosque; el de Proust (1871-1922) que tras la muerte de sus padres, en 1905 se aisló en su casa de París para volcarse en su obra “En busca del tiempo perdido”; el de Beckett (1906-1989), amigo de Joyce, que después de la concesión del Nóbel se encerró en su casa y desconectó el teléfono. También aquellos que todavía viven: Onetti (1909), el gran indiferente al prestigio y al éxito para quien escribir es su manera de vivir y Patrick Süskind (1949) autor de “El perfume” que vive recluido en su ciudad natal. Ejemplo de todos ellos fue Lao Tsé (entre los siglos VI ó IV a. C), cuyos pictogramas significan anciano-maestro, que convertido en el paradigma del puro silencio, nos dejó “Tao Te Ching”.

Sin embargo, no debe olvidarse que si en la vida hay un mínimo de pura voluntariedad que depende de cada uno, encontramos también un máximo de total necesidad sujeto a las circunstancias.

Por ello, pienso que cuando es pura libertad, convengo como declaraba Rouseau, que lo propio de “ser adulto es estar sólo”, es aprender a ser capaz de decir “no gracias” y convertir la vida en puro “silencio” voluntario entre dos ecos opuestos, nacimiento y muerte. En este la edad adulta es el mejor tiempo para crear y la soledad es siempre inmejorable elección creativa. Los ejemplos son ostensibles y todos pasaban de los cincuenta y cinco años: Cervantes (1547-1616) escribió el Quijote (1605), Pasteur (1822-1895) administró la primera vacuna (1881) y Picasso (1881-1973) pintó el Guernika (1937).

Pero, cuando la soledad es abandono y algo impuesto, situación en la que pueden contarse con los dedos de la mano quienes quedan a tu lado, entonces se debe clamar por el calor humano y la búsqueda sensata de soluciones políticas y sociales.

Dicho esto, no podemos olvidar aquellos que lo dan todo por ser figura mediática y complacer a sus admiradores. Paul Auster, es uno, quien con gran entusiasmo de su club de fans recogió el nóbel de los escritores de la ciudad de León (España). Pero ello, no anula la posibilidad de que su novela “Invisible” (Ed. Anagrama-2009) sea el deseo de un cierto silencio personal.

jueves, 14 de enero de 2010

REFLEXIONES DESDE EL HORIZONTE





Joaquín Patinir -travesía por la laguna Estigia




Hay muchas maneras de morir:
Lao Tse, a lomos de un bicho, se incorpora al polvo estelar;
Buda, por la indigestión, se encuentra con el buscado nirvana;
Sócrates, por la cicuta, es fiel a la autenticidad de sí mismo;
Jesús, por el sufrimiento, evangeliza su causa perdida;
Tolstoi, arrastrado por un tren, busca su soledad.
Pero también muere,
quien vive destruyendo la conciencia de sí
o pisoteando el amor a los demás.
Y aquel que no ayuda
y quien no se deja ayudar.

lunes, 4 de enero de 2010

SINGLES

Narciso, enamorado de sí

La conoció por una excursión espléndida que organizó el single solitario de turno de la reunión semanal en el vestíbulo-cafetería de un hotel. Separada había sido abandonada por el enésimo joven sonrosado.

Pero qué hermoso fue aquel tiempo y que delicioso le pareció el amor. Un mínimo apretón estremecía su cuerpo. Se le había convertido en indispensable como se hace necesaria el agua en el desierto y si no se tiene se imagina como espejismo. Le descubrió el sentimiento adormecido en muchas décadas y lo despertó de nuevo a la vida. Fue como una antorcha que inflamaba el calor del deseo. Sin embargo, constantemente le recordaba que no era su tipo y, él se preguntaba, ¿Qué noción de tipo pueda concebir su cabeza? Además le decía que “no quería hacerle daño” y, él pensaba que daño podía hacerle, si era su descubrimiento. Con el transcurso de los días llegó a reflexionar como el amor puede hipnotizar a una persona y en que ingenuidad se puede caer. Ella lo quería como juguete en sus momentos de soledad y como eunuco que le divirtiese su provisional afectividad temporal. El quería hablar de los dos y necesitaba que le dijese que le quería. Pero ella, aunque alguna vez se le deslizaron lágrimas de compasión por sus mejillas, nunca llegó a decirle que le amaba y sólo hablaba de sus aventuras. Sus miradas de ternura siempre eran evasiones. Decía que era la forma natural de comportarse con todos, ¿sus amigos? El se sublevaba pues quería ser único y ella por su parte se enojaba.

Aquella primavera, se vieron a menudo durante dos meses. Pero aquel tiempo maravilloso fue horrible. Su amor era una actitud de piedad y de educación. Una y otra vez le repetía que lo trataba como lo hacía con cualquier otro amigo. Era pura vigilancia en el nacer de una cierta querencia. Si la unión física era para él garantía de unión y de igualdad con los otros con quienes la había tenido, a él se la negaba, decía que no le llenaba. No podía gozar del placer de contemplar desnuda a quien respetaba vestida. Y así la relación se quebraba entre el amor y la distancia. Sus ojos reflejaban que la relación era para ella algo esporádico como una reunión torpe con personas insulsas. Él la amaba sin poder hacer gran cosa para demostrarlo. Sin embargo, ella le aguantaba y así se convirtió en un don nadie. No llegó a deprimirse pues los escritos de él a ella le servían como contrapunto para el equilibrio perdido en las constantes relaciones desequilibradas y así las circunstancias los iba alejando y el muro interpuesto se iba consolidando en el olvido inexorable.

En realidad había otro que la incordiaba. Era un hombre inadaptado e inestable socialmente, de pocas luces pero, atractivo y embaucador. Muy seguro de sí mismo la ponía a cien sexualmente con su físico imponente y su coche de gran cilindrada como habitación de gran hotel. Pero ella, de vez en cuando, volvía a los brazos de Jorge su marido de clase alta y con dinero, aunque alcohólico y ludópata, en su estado de lucidez se manifestaba con finos modales. Con astucia de mujer consiguió imponer la rivalidad entre ellos, enzarzándolos en violencias y celos letales en una búsqueda de la pareja no compartida. Se convirtió en el epicentro infernal de los movimientos de ambos gallos, haciendo creer a sus varones que sus mutuos encontronazos servirían para dominar la situación de la fémina de ambos. Pero consiguió que ella como tesoro escondido no se pudiese encontrarse a la primera de cambio y en esta generación de un mundo liberado en que la rivalidad sexual sólo es capaz de proporcionar indiferencia, puso en marcha una nueva elección sentimental para rechazarlos.
Con la seguridad de su independencia económica por el trabajo y su capacidad de femenina calculadora, prescindió de la hipergamia, es decir, de emparejarse de nuevo con el espécimen-hombre mejor posicionado y cansada de tanto pavo real emperifollado y del repertorio sonoro de mirlos, se escabulló y eligió a una amiga bobalicona y rolliza para encandilarse en el disfrute de su iniciada menopausia y del amor entre iguales, sin necesidad del dimorfismo sexual.

Ellas habían congeniado y descubrieron que el amor entre mujeres se hallaba en la misma finísima frontera que separa el amor de una mujer por un hombre. conscientes de ello, ambas damas, sin perder su exclusividad se integraron además en el grupo mixto el “picoteo”, de los “singles” separados–divorciados, donde el grupo de mujeres guapas se quedaban paralizadas en el espasmo de su belleza personal y se veían como animales hermosos que se desperezaban a la luz del sol. Y cuando convenía al tintineo de su clítoris, en comunicativas cenas inocentes y grupales, se dejaban tirar solapadamente por el varón ignoto y lascivo ya que en la atracción sexual nada triunfa tanto como la misma atracción autoabasteciéndose. En consecuencia, nunca estaba de más un “polvo exprés”, en el que las puertas celestes se abrían y se entrelazaban como flores en primavera, al tiempo que pensaban que echar “una cana al aire” era como hacer un favor al varón y darles la oportunidad de ser tales. Seguían la regla de W.S. Gilbert en “Trial by jury”: “el amor, si no cambia, empalaga” y así abrían las valvas de las puertas de su cuerpo para colocar al pasante en el aljeifar de la ventana con el propósito de que se lanzase voluntariamente, en su soledad, al vacío del deseo eterno.

Aunque ello revelaba más el retrato de lo que imaginaban intentar hacer, de lo que en realidad hacían, sin embargo no por ello, les resultaba menos interesante y más provocativo. Porque es paradójico que a pesar de que los hombres, que se sienten astutos como zorros, se vanaglorian de copular con múltiples mujeres, lo cierto es que éstas son fisiológicamente más capaces de mantener más relaciones sexuales que los hombres y tienen la posibilidad de excitarlos más fácilmente con su anatomía que los hombres que son más propensos a incitar a la repulsión si su anatomía es lo primero que muestran. Así la mujer que se desnuda espontáneamente delante de un hombre, causa en éste siempre la sensación placentera del batir de una delicada mariposa, al contrario del hombre que lo hace delante de la mujer generalmente provoca la sensación del crujido molesto del zumbido de un abejorro.

Así, despreció al primero, el amante, que le había hecho gozar intensamente pero que le violentaba por su cruel rudeza y sus pocas posibilidades y se olvidó del amor del segundo, su marido, porque no le llenaba y le aburría, pero que le dio hijos que como hembra deseaba tener del macho, para que aquellos le diesen nietos y así sucederse de generación en generación. Siempre había pensado que la reproducción era la mejor forma de que los genes se propagasen.

Y así, marido y querido, cornudos y buenos sementales, a pesar de sus narcisos cuerpos modelado por el gimnasio y repletos todavía del barato y fácil esperma, pero sin energía, al tiempo que se zambullen en una irremisible oscuridad, fueron dejados a su albur para invertir tiempo y dinero en criar a los hijos propios por las justas dietas de manutención y engañados por el cuclillo de poligamias diferidas, tuvieron que dedicarse simultáneamente a la cría de los hijos de otras hembras. Situación que se convirtió en ambiguo y conflictivo problema con los hijastros ya que si a la paternidad consciente asaltan dudas con sus supuestos hijos, ¿qué sucederá con los hijos de los que están seguros, que no son los propios?