miércoles, 3 de febrero de 2010

POLÍTICA Y ÉTICA


Viñeta de Pinto&Chinto. Cantando bajo la recesión


Como mileurista jubilado, y no por usufructo de un beneficio de dudosa procedencia sino por derecho de una vida laboral, padezco como todo ciudadano la época de crisis en la que nos encontramos. Paro descosido como tela vieja, deuda pública disparatada por el hambre de un sector financiero sin control y de un capitalismo sin reglas, codicia de los bancos, fraude por doquier, creación de una generación de jóvenes sin proyección y depresión de una edad adulta. Y como no, paulatina destrucción de la tierra en que vivimos.

Actualmente pues, todo se cuestiona economía, ecología y expresión política. Pero lo que más indigna es que los políticos, que son quienes legislan y gozan de la información privilegiada y de las riendas del poder están enmarañados en pura retórica y marketing social.

¿Cómo diablos podemos mejorar la futura seguridad social con la jubilación a los 67 años, cuando hemos querido mejorar el paro y el empleo prejubilando a los 52 años como ha sido el caso de miles de empleados de banca, automóvil y metalurgia? ¿Cómo podemos contener el coste, cuando tenemos infinidad de sueldos de altos cargos y asesores de libre designación en el Gobierno Central y en las Comunidades Autonómicas y existen ministerios inútiles y por doquier despilfarros y subvenciones en la administración estatal, autonómica y municipal? ¿Cómo podemos ser auténticos en la legislación cuando infinidad de políticos no siguen el plan general de jubilación en la cantidad de cobro y en su tiempo de cotización y además no faltan quienes cobran doble jubilación?

Creo que mientras este disociada la política de la ética dudo que nuestros políticos del signo que sean, ya de derecha como de izquierda o de centro izquierda o de centro derecha; dudo digo, que nuestros políticos tengan la voluntad de arreglar la situación. Los remiendos y los maquillajes no sólo estarán forzados por las circunstancias sino también en función de no perder beneficios y aferrarse a sus posiciones.

El descontento, la reivindicación y la denuncia de la sociedad actual no creo que sea por puro desahogo es porque hay algo pérfido en lo que acontece.

lunes, 1 de febrero de 2010

EL ESCRITOR Y EL SILENCIO


Edward Munch -silencio


Después de su retiro en los bosques de New Hampshire, la reciente muerte de Jerome David Salinger (1919-2010) autor de “El guardián entre el centeno” (1951), trae a mi consideración aquellos escritores que se enclaustraron voluntariamente para escribir por puro placer de hacerlo. Tal fue el caso de Darwin (1809-1882), que por causas de salud decidió vivir, alejado del bullicio, en Dawn House; el de Flaubert (1821-1880) para quien la muerte de su madre en 1872 y la incomprensión de muchos, lo alejaron de sus amistades; el de Tolstoi (1828-1910), que en sus últimos años se refugió en su ciudad natal Yasnaia Polaina; el de Knut Hamsun (1859-1952) cuya admiración por la vida campestre le condujo a Noerholm en pleno bosque; el de Proust (1871-1922) que tras la muerte de sus padres, en 1905 se aisló en su casa de París para volcarse en su obra “En busca del tiempo perdido”; el de Beckett (1906-1989), amigo de Joyce, que después de la concesión del Nóbel se encerró en su casa y desconectó el teléfono. También aquellos que todavía viven: Onetti (1909), el gran indiferente al prestigio y al éxito para quien escribir es su manera de vivir y Patrick Süskind (1949) autor de “El perfume” que vive recluido en su ciudad natal. Ejemplo de todos ellos fue Lao Tsé (entre los siglos VI ó IV a. C), cuyos pictogramas significan anciano-maestro, que convertido en el paradigma del puro silencio, nos dejó “Tao Te Ching”.

Sin embargo, no debe olvidarse que si en la vida hay un mínimo de pura voluntariedad que depende de cada uno, encontramos también un máximo de total necesidad sujeto a las circunstancias.

Por ello, pienso que cuando es pura libertad, convengo como declaraba Rouseau, que lo propio de “ser adulto es estar sólo”, es aprender a ser capaz de decir “no gracias” y convertir la vida en puro “silencio” voluntario entre dos ecos opuestos, nacimiento y muerte. En este la edad adulta es el mejor tiempo para crear y la soledad es siempre inmejorable elección creativa. Los ejemplos son ostensibles y todos pasaban de los cincuenta y cinco años: Cervantes (1547-1616) escribió el Quijote (1605), Pasteur (1822-1895) administró la primera vacuna (1881) y Picasso (1881-1973) pintó el Guernika (1937).

Pero, cuando la soledad es abandono y algo impuesto, situación en la que pueden contarse con los dedos de la mano quienes quedan a tu lado, entonces se debe clamar por el calor humano y la búsqueda sensata de soluciones políticas y sociales.

Dicho esto, no podemos olvidar aquellos que lo dan todo por ser figura mediática y complacer a sus admiradores. Paul Auster, es uno, quien con gran entusiasmo de su club de fans recogió el nóbel de los escritores de la ciudad de León (España). Pero ello, no anula la posibilidad de que su novela “Invisible” (Ed. Anagrama-2009) sea el deseo de un cierto silencio personal.